Egipto un año después
He tenido ocasión de visitar Egipto un año después de que iniciase su transición hacia la democracia, que comenzó a principios de 2011 en la plaza Tahrit, plaza de La Libertad, de El Cairo.
El 25 de enero, fecha del primer aniversario, pasó sin incidentes dignos de mención, más allá de las masivas manifestaciones de apoyo a la revolución que, al mismo tiempo, se convirtieron en elementos de presión al gobierno militar provisional.
Sin embargo, en los días posteriores al aniversario, se produjeron graves sucesos al final de un partido de futbol jugado en Port Said, con un balance final de más de 75 muertos y centenares de heridos. Los incidentes fueron, segun todas las fuentes, una provocación de elementos asociados al antiguo régimen que intentaban con ello paralizar el camino hacia la democracia.
A pesar de las provocaciones, las reacciones populares fueron relativamente moderadas, evitando ofrecer un pretexto para que el gobierno provisional militar retrasase todavía más los procesos electorales aun no concluidos.
Solo el 11 de Febrero, aniversario de la caida de Mubarak, se celebraron manifestaciones de apoyo a la democracia, sin que los llegaran a producirse incidentes de especial relevancia.
La sociedad egipcia tiene mucha esperanza en que las próximas elecciones presidenciales, previstas para el mes de Mayo, supongan un importante avance político y el comienzo de la normalización democrática del país. Egipto puede ser, después de Tunez, el segundo país norteafricano que consigue sacudirse el dominio de un gobierno autoritario.
El pueblo egipcio tiene unas enormes ganas de libertad y de conseguir un mejor reparto de las cuantiosas riquezas, proporcionadas por las tasas del canal de Suez, la energía producida por la presa de Asuán, el petróleo o el turismo, además de las fuentes económicas tradicionales.
Desde el punto de vista del visitante, Egipto es un país fantástico, pues tiene el 25% de todos los monumentos mundiales declarados patrimonio de la humanidad por La UNESCO.
Sus gentes son amables y atentas y su nivel de servicios es muy elevado.
Egipto es, en definitiva, un país que merece la pena visitar desde un punto de vista turístico y apoyar desde una óptica política.
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