Una piedra en el camino
Una piedra en el camino
me enseñó que mi destino
era rodar y rodar,
rodar y rodar, rodar y rodar.
Una pequeña piedra, del tamaño aproximado de una lenteja, se ha cruzado en mi camino y me ha tenido fuera de juego en las últimas semanas.
La piedra, al parecer fabricada por mi mismo, estaba ubicada en uno de los ureteres y taponaba la salida del riñón creando algunas dificultades fisiologicas. La extracción de esta pequeña piedra, que ha requerido una intervención quirugica en toda regla, se ha llevado por delante la prostata, organo que en cualquier caso estaba también condenado como nos sucede a muchos hombres a partir de cierta edad.
Aunque el proceso todavía no ha terminado pues queda una segunda piedra que va ser atacada por metodos menos agresivos, la parte mas cruenta de la intervención ha terminado con éxito aunque ha provocado bastantes molestias que, no por lógicas, son menos dolorosas.
Una estancia no muy larga, pero que se hace infinita, en un hospital hace que cambie de forma drástica la escala de valores habituales.
Todas las preocupaciones laborales, personales, políticas o de cualquier otro tipo se transmutan en preocupaciones mucho mas elementales: ¿cuando me podré levantar?, ¿que me irá a hacer ahora la enfermera?, ¿cuantas veces soy capaz de recorrer el pasillo, ¿cuando me quitan la via o la sonda?, ¿cuanto falta para tomar el siguiente calmante? ¿cuando podré irme a casa?, etc.
Surge por otro lado surge una reflexión no por elemental menos cierta, que te hace ver la fragilidad de los seres humanos: ¿Como es posible que una pequeña piedrecita provoque tantas dificultades?
La situación de hospitalización te hace también sentirte totalmente dependiente para casí todo, por lo que valoras muy positivamente la atención recibida en estas circunstancias de médicos, enfermeras, y demás personal sanitario que me han tratado con una gran profesionalidad y mucho cariño.
Las visitas y llamadas de familiares y amigos son fundamentales en estos casos y tengo que agradecer la atención recibida de muchos de ellos y también de muchos otros que, dadas las fechas, seguramente no se han enterado.
Especialmente tengo que agradecer la atención recibida de mi mujer, que me ha acompañado todos estos días y que ha soportado todas mis neuras, seguramante mas de las necesarias, con paciencia infinita.
En este sentido tengo que valorar muy positivamente el haber podido disponer de una habitación individual lo que te da mucha mas intimidad y permite mayor comodidad a la persona que acompaña al enfermo.
El hecho de poder disponer de una habitación individual y la menor lista de espera existente, han hecho que me decida por la sanidad privada, en la que he tenido una atención médica y personal excelente, frente a la pública, en la que hubiera recibido seguramente una atención médica de la misma calidad pero con menores facilidades complementarias, pues las habitaciones individuales no están generalizadas y no parece que sea un buen momento dados los recortes actuales.
Espero que la desaparición de mis piedras me permita volver a rodar y a opinar sobre la vida y la muerte en vez de sobre mis propias cuitas.
2 comentarios
Consuelo -
Ramón Lara -
Me alegro de que ya estés mejor, Alfonso. Un abrazo.