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Blog de alfredo20032

Pulverizada, por fin, mi segunda piedra

Pulverizada, por fin, mi segunda piedra

Durante los tres últimos meses mi cuerpo ha sido el escenario de una feroz batalla contra las piedras de oxalato calcico que habían decidido, sin mi permiso, asentarse en mi sistema renal. La crónica de la primera parte ya la escribí hace un par de meses, ver en este mismo blog: http://alfredo20032.blogia.com/2012/042001-una-piedra-en-el-camino.php.

Si la primera batalla se libró con arma blanca (bisturí) y técnicas tradicionales de cirugía, para la segunda se utilizaron técnicas mas modernas y un armamento mas sofisticado: la litotricia.

En la primera intervención quirúrgica, además de extraer limpiamente la primera piedra, dejaron preparadas las bases para el ataque a la segunda, mediante la implantación de dos catéteres Doble J, necesarios para proteger la función renal que estaba siendo afectada por la segunda piedra, de mayor tamaño y situada en un sitio más crítico que la primera.

El catéter doble J es una sonda de calibre fino, que presenta múltiples orificios en toda su longitud, diseñada para ser colocado dentro del uréter y asegurar el paso de orina desde el riñón hasta la vejiga.

Una vez adoptada está medida de protección y colocada a piedra en una zona menos crítica, quedaba todo dispuesto para la ejecución de la segunda fase, que se inicio una vez curadas las heridas de la primera batalla, y consistió, como indicaba anteriormente, en la utilización de la técnica llamada litotricia.

La litotricia extracorpórea por ondas de choque, LEC, (del griego lithos, piedra y del latín terere, triturar), es un tratamiento no invasivo que utiliza un pulso acústico de baja frecuencia para romper los cálculos renales. Una lente acústica enfoca la onda de choque al lugar deseado, de manera similar a una lente óptica.

Fueron necesarios tres ataques sucesivos de ondas de choque de media hora cada uno, realizados con intervalos de quince días.

Cada ataque de litotricia consiste en una sesión, de aproximadamente media hora, en la que te aplican unos dos mil pulsos de choque, dos mil martillazos acústicos en términos coloquiales, que afortunadamente no son dolorosos gracias a los anestésicos que te ponen, en alguna de estas sesiones llegué incluso a disfrutar de una plácida siesta.

Después de este largo proceso la piedra número dos ha sido totalmente pulverizada y vuelvo a la normalidad.

El remate final fue la retirada de los dobles J, que se hizo con rapidez y sin dolor, aunque en una posición un tanto especial, similar a la que se utiliza con las mujeres para hacer  las revisiones ginecológicas. Aprovecho la oportunidad para solidarizarme con ellas, que sufren ese tipo de revisiones con bastante frecuencia, yo con una vez he tenido suficiente.

Los daños colaterales sufridos no han sido demasiados, aunque si más largos de lo que me hubiera gustado, y han consistido, principalmente, en las molestias derivadas de llevar implantados los dos dobles J, pues el cuerpo humano tolera mal que le coloquen elementos extraños.

Agradezco a todos los familiares y amigos que se han interesado por mi salud en estos meses, eso hace siempre más llevadero el tiempo de la enfermedad, que siempre se hace muy largo.

2 comentarios

Consuelo -

Todo lo que comienza acaba y esta vez, aunque el proceso ha sido largo, ha acabado bien. Los amigos y la familia son siempre el mejor soporte para llevar los malos ratos.

David peña -

Enhorabuena, ahora a currar y a cuidarse, y a ver si nos ponemos en forma para cuando te jubiles...